lunes, 3 de octubre de 2011

El banco de la espera




Desde que te conocí he ido cada tarde a este banco a esperarte. Hoy he venido hasta aquí a despedirlo, porque no voy a volver más.

Los libros que he leído al atardecer frente al río quedan dormidos en la estantería de este período de mi vida. El periódico que diseccionaba los domingos en las mañanas de invierno buscarán otro paisaje. No volveré a sentir la calidez del sol viendo a los niños correteando por la orilla a la salida el colegio, ni tendré que esquivar con la mirada a las parejas que retozan a mi alrededor sobre el césped. 

No vendré más a este banco, el banco de la espera, en el que durante demasiado tiempo tu espacio vacío me ha escuchado hablarte a solas, sentirte a solas, soñarte a solas. En mi imaginación durante todo este tiempo hemos crecido juntos y hemos viajado, hemos discutido docenas de proyectos de futuro. Y todo sin respuesta. A menudo he imaginado cómo sería tenerte de verdad sentado junto a mí en este banco,  entre tus brazos, sintiendo como colocas una a una las piezas que en tu ausencia me han hecho sentirme incompleta.

Hoy he tomado la decisión de no volver, y he querido traerte aquí, y mostrártelo, para que también forme parte de tu mapa de recuerdos. No me aprietes tanto la mano, no es necesario, sé que no vas a escaparte, y yo no voy a ir a ninguna parte sin ti… Ahora que estás aquí, mira este banco en el que tanto te he soñado, y no volvamos nunca. Busquemos otro lugar donde sentarnos en el que no quede ni rastro de la soledad sentida, en el que sólo habiten las presencias.

Carmen Otero

No hay comentarios: