miércoles, 20 de abril de 2011

La vieja de las palomas (Nuevo texto de Carmen Otero)


LA VIEJA DE LAS PALOMAS

Me contaron que en otros tiempos vendía objetos usados, y que sufrió un mal de amores tan incurable que llegó a perder irremediablemente la cordura. Otros dicen que llegó hace unos años de las montañas y ahí se quedó, inservible y aislada, viviendo una realidad paralela absolutamente infranqueable. Pero en lo que todos coinciden sobre este ser humano aparentemente desparramado y roto, es en su asombrosa habilidad para adivinar el origen y autor de un texto. a menudo se forma a su alrededor un corrillo de espontáneos que hacen apuestas sobre sus conocimientos literarios. Desvaría, gime, se frota el pelo en un conjunto indescifrable de actos y palabras ... pero en el momento que alguien le recita un poema o el fragmento de un texto, automáticamente fija la vista mostrando una fugaz lucidez y sentencia: "Mi corazón al desnudo" de Baudelaire. Para volver a sumergirse inmediatamente en su mundo.

Lo he visto con mis propios ojos. La he visto adivinar, con rapidez y sin un ápice de duda, fragmentos de obras de Sartre, Cervantes, Borges, Shakespeare ... mientras los recitadores la jaleaban a su alrededor camuflando en la burla su admiración.

La miro cada mañana intentando encontrar una rendija por la que colarme en su sabiduría, y la veo, cerca del muro, como los toros cuando buscan la barrera para morir tranquilos. Unas veces se sienta canturreando lo que parece una vieja canción de infancia, otras se entretiene contando las palomas, su única compañía... Otras, las menos, se levanta y aletea los brazos en un gesto inútil de espantar sombras invisibles.

CARMEN OTERO

miércoles, 13 de abril de 2011

Ni los recuerdos te respetó el tiempo (Nuevo texto de Carmen Otero)



No tengas miedo, agárrate fuerte, yo te guío. Siente el sirimiri en la cara y  deja que la brisa húmeda limpie las sombras de tu rostro.  Deja que borre cada arruga provocada por las preocupaciones, por años de superación en los que lo más difícil era llegar al final del camino.

Despacio. No tenemos prisa. No temas porque  ahora yo soy tus ojos. Te indicaré cada escalón,  cada baldosa. No dejaré que tropieces y así, aferrada a mi brazo, te conduciré a la tranquilidad que nunca tuviste. Vamos juntos, un solo paso, una misma dirección. Como tantas veces tú me llevaste a mí a los mil destinos que componen el jeroglífico de una vida. Velando por mis días y por mis noches, con la preocupación de elegir siempre el camino correcto, preparada para afrontar imbatible cada contratiempo.

Fuiste dejando en cada ruta un poco de ti, de tal forma que ahora eres apenas la sombra de lo que yo recuerdo.  Pero, ¿ves?, yo te guío. Veo donde antes miraban tus ojos, recorremos  las  líneas ya marcadas por ti en estos años, te protejo del aire, te abrigo, heredé tus desvelos….

Seré tu lazarillo, y a pesar de tus ojos cansados que apenas ven, de tus piernas hinchadas que avanzan torpemente, a pesar de que para ti esta ciudad es ajena y extraña, porque ni los recuerdos te respetó el tiempo, vas tranquila. 

Te miro y veo el rostro de siempre. El mismo gesto dulce, la misma sonrisa que da la bienvenida… sin embargo no sé lo que piensas ni lo que sientes. Avanzaste tan rápidamente hacia el olvido, sin despedirte, que llegaste antes de tiempo a este destierro vacío en el que habitas. Aislada. 

Pero no necesito que me contestes, ni que respondas a mis afectos, sólo quiero que sientas que estoy aquí,  y seré lo que ya no eres para ti. Agárrate fuerte, no vayas a resbalarte que el suelo está mojado por el agua de la lluvia.

Carmen Otero

lunes, 4 de abril de 2011

Este es el comienzo de lo que espero sea una fructífera colaboración ... (Gracias Mamen)



UN CRISTAL ES LO ÚNICO QUE SE INTERPONE ENTRE NOSOTROS….
Podría levantarme despacio, como quien no tiene prisa, recoger mis cosas y desaparecer. Entonces este día podría ser, una vez más, un día cualquiera. No le daría ni la más mínima oportunidad de convertirse en algo especial. Pero  entraría en el saco de los días en los que tuve la oportunidad de cambiar mi vida, y no lo hice… una vez más.
También puedo entrar en el bar, distraída,  recorrer el local fingiendo que busco a alguien… y forzar el encuentro de las miradas. Tendré que hacer un gran esfuerzo por controlar los latidos del corazón, y que sonrisa y sorpresa sean una, con naturalidad. Demasiado complicado. Me temblará la voz cuando se dirija a mí y las palabras adecuadas desaparecerán dejando un vacío intenso en la boca seca.  
Quizás no me reconozca. ¿Qué haré si me mira y no me ve?, ¿cómo podré deshacer el recorrido, de vuelta a mi mesa en la terraza, simulando que no ha pasado nada? Puede que simplemente vea a una muchacha que entra y sale sin ningún motivo, puede que no se fije en mi  absorto en sus pensamientos, puede que me reconozca y mire a otro lado, incómodo por un reencuentro inesperado que está fuera de guión. Puede que no quiera verme, ni hablarme, ni recordar el momento en el que nos conocimos en otro lugar, en otro espacio, en otro mundo.
Pero también puede ser que en un segundo cambie su rostro y la memoria le devuelva, de golpe,  las sensaciones vividas aquella noche. Quizás él tampoco haya podido olvidarlo y no haya pasado un día en el que, como me ocurre a mí, no haya deseado con todas sus fuerzas volver a encontrarme.
Un cristal es lo único que ahora se interpone entre nosotros, mi espalda contra su hombro. Podría levantarme despacio, como quien no tiene prisa, recoger mis cosas y desaparecer…
Carmen Otero